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Capítulo 03.

Habían pasado dos noches desde lo sucedido, Jimin despertó gracias al bullicio y el gran ruido que había en la gran casa.

Hoseok golpeaba la puerta donde estaba encerrado. Levantó la cabeza con mucho esfuerzo, ya que se encontraba muy adolorido, su visión estaba borrosa, sin algo de alimento en su estómago y quizá con alguna costilla rota. Siseó de dolor al tratar de moverse.

—Hoseok... —habló en un hilo de voz.

El omega golpeó la puerta y le gritó: —Jimin, ¿me escuchas? Jimin, tenemos que salir de aquí, hay problemas y tengo mucho miedo, amigo por favor —lloró frustrado.

Jimin intentó incorporarse, pero estando tan débil, todo era muy difícil —Hoseok... —su voz casi no se escuchaba.

—Levántate carajo... —demandó el omega con la frustración calándole por todo el cuerpo, Hoseok hablaba desesperado desde afuera, gritando y pateando la puerta.

Jimin apenas y podía hablar, tenía la garganta seca, se encontraba tan débil que apenas y parpadeaba, se tambaleaba de un lado intentando caminar.

Era mucho ruido afuera, estaba desconcertado, había más golpes y Hoseok seguía gritando en el pasillo. Su cabeza dolía.

Logró ponerse de pie luego de caerse un par de veces, sujetó su vientre quejándose de dolor, la preocupación por su amigo ayudó mucho. A pequeños pasos tambaleantes llegó a la puerta.

—Hoseok, Hoseok, ¿me escuchas? Por favor, responde, Hoseok. ¿Qué sucede? ¿Estás bien? —preguntó intentando girar la perilla.

El omega ya no respondió, envuelto en la desesperación, le rogó —No me dejes, ayúdame, por favor —golpeaba la puerta gritando con dolor.

—Hoseok no me dejes... Por favor, amigo —lloró.

Jimin entró en pánico y empezó a gritar con lo último que tenía de energía forzando su garganta pidiendo ayuda, no entendía qué pasaba afuera, solo se escuchaba mucho ruido, cosas rompiéndose, y ¿disparos?

Siguió gritando por ayuda, ahora temía más por el omega que se había convertido en alguien especial para él, que por él mismo. Su garganta dolía, estaba seca, sus manos se lastimaron al golpear pidiendo auxilio.

A lo lejos se escuchaban voces que iban acercándose cada vez más, a donde él se encontraba, siguió rogando por ayuda.

Un fuerte retumbo sonó por todas partes, e inmediatamente alguien afuera habló pidiendo que se alejara lo más posible de la entrada, a duras penas, consiguió hacerlo, y fue entonces cuando pudo ver cómo la puerta era derrumbada por ¿¡policías!?

Eran policías, ¿cómo era eso posible? ¿Qué estaba sucediendo? No comprendía absolutamente nada y la fuerte punzada que martillaba en su cabeza le provocó mareos, se sostuvo en la pared tratando de respirar con tranquilidad.

Abrió los ojos y tosió con dificultad, su pecho se oprimía cada que intentaba ingresar aire a su sistema.

Notó a una mujer que se acercaba con mucho cuidado hacia él, era alta y rubia, su presencia, poderío y el leve olor que percibió le hizo saber que se trataba de una alfa. Era difícil mantenerse en pie.

La alfa lo tomó con mucho cuidado y le habló —Hola, tranquilo, no temas, todo estará bien, ya estás a salvo —sonrió intentando transmitir calma.

Aturdido por la situación, solo escuchó a la alfa dar órdenes de seguir buscando por toda la casa y brindar ayuda a quien lo necesitara.

Su voz era fuerte y pacífica a la vez —Avisen al teniente Min, continúen con la búsqueda, quiero que revisen cada maldito centímetro de este lugar.

Jimin cerró los ojos y sin sentir sus lágrimas corrieron por sus mejillas, ¿en realidad esto era real o un simple sueño? Escuchó que la oficial le preguntaba si podía llevarlo en brazos, él asintió, lo que más deseaba era alejarse de ese lugar lo más pronto posible.

Tomó a un Jimin en estado de shock llevándolo a una ambulancia, el pobre chico no supo en qué momento le colocaron el respirador y estaban revisando sus heridas, la alfa le susurraba palabras de consuelo, Jimin, con la poca fuerza que le quedaba, le hablaba muy bajo agradeciéndole, por sacarlo de allí.

¿Cómo era esto posible? Nunca en sus pensamientos más locos creyó salir de aquel lugar, pensó que esos eran los últimos días de su existencia.

La alfa estaba asustada por el estado en que se encontraba, cuando lo cargó pudo sentir cómo los huesos atravesaban su piel, sintió un profundo miedo de lastimarlo, la sensación era semejante al tocar las teclas, un piano que estaba en casa; con la gran diferencia que aquí las notas emitían las más lúgubres y tristes melodías.

—Terminó todo, estás a salvo... —ella repetía.

Fue recibido por los paramédicos e inmediato empezaron a atenderlo, Jimin no había querido soltar la mano de la mujer y ella la sostenía fuerte, sabiendo lo asustado que estaba, pero sin hacerle daño.

Uno de los paramédicos que lo atendía trataba de tranquilizarlo; sin embargo, Jimin no lograba dejar de llorar.

Cuando terminaron de estabilizarlo estaban listos para llevarlo al hospital, pero Jimin no soltó a la alfa, fijó su mirada en ella —No me dejes solo, por favor, no me dejes, ¿dónde está Hoseok? Necesito verlo —rogó.

—No te preocupes, yo te acompaño, no te dejaré solo y buscaremos a tu amigo, ¿bien? Ahora dime, ¿cómo te llamas?

—Jimin, mi nombre es Jimin —susurró.

—Mucho gusto Jimin, mi nombre es Yongsun —dio una pequeña sonrisa e hizo señas para partir.

Jimin suspiró aliviado, de nuevo lloró, Yongsun sentía un gran dolor al verlo. Así que le calmó en todo el trayecto.

Sus ojos se sentían pesados; el cansancio caló hasta las coyunturas de sus huesos y por primera vez en mucho tiempo Jimin cerró los ojos con un poco de tranquilidad, pero con la preocupación de no saber dónde estaba su amigo.

✧✦✧

Jimin despertó con pequeños sonidos de fondo, parpadeó varias veces para acostumbrar a sus ojos a la intensa luz, observó todo el pulcro lugar con detenimiento.

Era un hospital, estaba en un hospital.

Se encontraba tendido sobre una camilla y con una intravenosa puesta, los recuerdos llegaron y con ellos el llanto, aún no sabía, ni entendía que había pasado y el cómo sucedió todo, le dolía el cuerpo, tenía vendas puestas y oxígeno para regular su respiración.

Una enfermera apareció y le saludó con una sonrisa hablando algo que no fue posible escuchar, luego la vio salir de inmediato, seguramente para buscar a alguien.

Al instante un hombre mayor entró a la habitación y detrás de él, la mujer que lo había rescatado. Ahora podía verla mejor, era alta, rubia y de unos lindos ojos azules, su piel era fina y un rostro muy bello, vestía con un pantalón azul, camisa blanca dentro del mismo y un chaleco que se tallaba perfectamente a su cuerpo.

Ambos le saludaron amablemente, el doctor le examinó haciéndole saber que todo marchaba como esperaban, debía pasar unos días para que sus heridas y el mal estado de salud en que se encontraba, sanaran correctamente, sería cuestión de días, para que estuviera fuera del hospital.

El especialista le explicó a la jefa policial que el joven tenía un fuerte golpe en la cabeza, unas costillas rotas, el tobillo se encontraba fisurado y por si no era obvio con una severa desnutrición.

El doctor la llevó a una esquina de la habitación a la alfa para que el paciente no escuchara —No entiendo cómo sobrevivió, tiene muchos golpes nuevos y antiguos y cicatrices que parecen ser cigarros apagados en su piel, cortes y azotes por todos lados. Es doloroso de ver, no sé cómo sobrevivió a tanto maltrato.

—Lo sé —la alfa volteó a donde Jimin estaba y suspiró. Había algo extraño en él y además su loba no dejaba de insistir en que debía cuidar de él. Era confuso su comportamiento.

—Los rayos "X" mostraron que las heridas antiguas han sanado por sí solas, ha sufrido un abuso muy fuerte y por lo que se ve, esto han sido constante por varios años.

—Mierda... —susurró la alfa impresionada.

La jefa policial agradeció el informe al doctor, aclaró algunas dudas y observó al joven en la camilla.

El instinto de alfa quiso proteger al lindo chico que yacía acostado con la mirada perdida, se acercó lentamente para poder hablarle sin que este se asustara.

—Hola, Jimin, ¿cómo te sientes, necesitas algo?

—No, gracias.

—Bien, ¿puedes recordar quién soy? —preguntó ella con amable sonrisa.

—Yongsun.

—Así es —sonrió cálida—. ¿Serías tan amable de decirme cuántos años tienes?

—Veintidós.

La alfa se acercó un poco más —¡Muy bien Jimin! Sé que esto es difícil, pero necesito de tu colaboración y que me respondas algunas preguntas, ¿crees que puedas?

Jimin asintió, pero antes de todo, preguntó nuevamente por su amigo Hoseok.

Yongsun le informó que aún no habían encontrado a nadie con ese nombre, pero le prometió que no pararía de investigar hasta encontrarlo.

—¿Tienes familia Jimin?

—No, no tengo a nadie, solo... solo a Hoseok. ¿Cómo supieron dónde estaba, cómo llegaron hasta ahí? —inquiere cerrando los ojos con fuerza, ardían mucho.

—Hicieron una llamada, desde hace tiempo teníamos una investigación en proceso sobre una red de trata de omegas y distribución de drogas, que estaba comandada por Dongwoo y sus aliados, ¿sabías de eso? —preguntó cautelosa.

—No, no se me permitía hablar con nadie, había cámaras en todos los lugares de la casa, si él me veía hablar con alguien, los desaparecía y no podía cargar también con esa culpa, por eso prefería mantener la distancia, además ellos siempre me huían, todos excepto Hoseok.

—Bien, no te preocupes, el teniente Min y yo estamos a cargo de todo el caso.

—Por favor encuéntrenlo, él es lo único que tengo, Hoseok se arriesgó mucho por mí, me cuidó tanto, tengo tantas cosas que agradecerle.

La alfa le dio una mirada compresiva y Jimin le respondió todo lo que ella necesitaba saber.

Le contó las pocas cosas que sabía, cosas que había escuchado y observado, habló de todo, excepto de Jae, pues sentía vergüenza por ser tan mala madre y porque su parte omega ya no existía.

Yongsun, desde que vio a Jimin, pensó que era beta, ya que no desprendía ningún olor, además era imposible que un omega sobreviviera al abuso por el cual él había pasado, por naturaleza los omegas eran delicados y algo como que Jimin sufrió hubiera acabado con su vida.

Los días fueron avanzando, Jimin casi no hablaba y era muy difícil para él ingerir alimentos. En muchas ocasiones despertaba asustado o llorando. Los enfermeros le calmaban para recordarle que ahora estaba a salvo. Yongsun lo visitaba, ella sentía un apego, algo como un vínculo formándose de hermano a hermano.

Una semana después había sido dado de alta del hospital, Solar le ofreció asilo en su hogar diciéndole que se llevaría muy bien con su esposo omega, le aseguró que él estaba encantado de recibirlo, estaría feliz de tenerlo con ellos.

La pareja ya había discutido sobre eso y estaban más que dispuestos el poder apoyarlo, ya que de todos los rescatados, Jimin era el único en esa casa que no tenía familia.

Sin saber el porqué Jimin generó un tipo de confianza con la alfa, además no tenía a dónde ir, no podía hacer nada más, que aceptar su amabilidad.

Jimin se mostraba callado, solo hablaba para responder lo que habían preguntado, era temeroso, cauteloso y tímido.

Yongsun siempre lo mantenía al tanto sobre el caso y de la búsqueda de Hoseok, aún no tenían noticias sobre él, no encontraron familiares o conocidos, eso a Jimin le ponía muy triste, guardaba la esperanza que pudieran dar con su paradero. Sentía que le debía mucho a ese omega, aunque pareciera que se lo había tragado la tierra.

Con respecto a Dongwoo, estaba siendo buscado por muchos cargos, el día que allanaron la casa y rescataron a todos, solo se encontraban algunos de los trabajadores de Dongwoo, quienes estaban pagando alguna deuda con trabajo o eran cómplices menores del alfa.

Sinceramente, ya no tenía miedo de Dongwoo, de alguna manera, ahora se sentía seguro, solo estaba preocupado por saber dónde estaba Hoseok.

Fue dado de alta con una gran lista de recomendaciones que debía cumplir, Yongsun agradeció la atención del personal hospitalario. Al salir Jimin se quedó de pie viendo el mundo correr, el aire se sentía diferente, el sol parecía brillar con más intensidad. Fue un duro encuentro con la realidad, era sorprendente como el mundo seguía su rumbo mientras el de él se detuvo desde hace tiempo.

Yongsun le observó —¿Te encuentras bien?

—Sí, es solo que todo es diferente a como lo recuerdo —baja la mirada y ve la nota dada por el médico—. Siento todo esto, yo veré como devolver todo tu dinero.

—No te preocupes Jimin, lo que importa es que tú estás a salvo y todo eso tómalo como un regalo de vuelta a la vida —ella sonríe y camina junto a él respetando su espacio.

Ahora iban de camino a la casa de Yongsun, Jimin sentía mucha pena, vergüenza y ansiedad, estaba muy preocupado y aún faltaba mucho por procesar.

—No te preocupes Jimin, estoy completamente segura que te llevarás muy bien con mi omega, él te recibirá con los brazos abiertos, ya verás.

—Gracias, eso espero, no quiero causar más molestias —respondió viendo por la ventana.

—No, él también estuvo de acuerdo, no te preocupes.

El viaje fue tranquilo y cómodo, Yongsun no le presionaba ni insistía para hablar, se estacionaron al frente a una enorme y hermosa casa, bajaron del auto y la alfa le indicó que la siguiera.

Buscó las llaves y abrió el enorme portón que les permitiría el paso a la entrada principal, Jimin la siguió, observando todo con detalle. La casa era muy linda y pintoresca, al instante de estar frente a la puerta le invadió un olor a jarabe de panqueques, melocotones.

Jimin, al sentir el aroma invadiéndolo, rápidamente se escondió detrás de Yongsun, mientras ella abría y se adentraba a su hogar.

Observó como un pequeño omega muy lindo, se asomaba por un pasillo, era castaño, con un color de ojos de un suave azul cristalino y una enorme sonrisa. Llevaba puesto un delantal de corazones y su rostro tenía varias manchas de harina.

Jimin notó como Yongsun veía con admiración y amor al omega que tenía al frente, este aún, no se había percatado de su presencia.

—Alfa, al fin estás aquí, he horneado unas galletas con chispas de chocolate porque te extrañé tanto y también para nuestro invitado, ¿crees que le gusten? Además, salí al jardín a regar las plantitas y encontré un pequeño saltamontes con la patita herida, es muy chiquito y lo rescaté de otro insecto que quería atacarlo, era grande y feo, tenía un tipo cuerno... —el omega balbuceó.

—Amor... —llamó ella con una sonrisa plasmada en su rostro.

—Tienes que ver, las rosas están muy lindas, todas están floreciendo y...

—Cielo...

De la nada se detuvo frunciendo el ceño, sus manos se dirigieron a su cintura como recordando: —Alfa, tú me habías dicho que tendríamos un invitado, llevo esperando tanto por conocerlo, ¿crees que le caeré bien? Porque yo digo que sí, le caigo bien a todo el mundo y...

—¡Omega! —ella lo tomó de los hombros.

El mencionado guardó silencio con un pequeño rubor en las mejillas, la vio escuchando atentamente —Calma querido, estás hablando muy rápido, respira —dijo, mientras le besaba la frente, le acomodó el cabello para después acunar sus mejillas—. Además, tengo que presentarte a alguien.

La alfa se hizo a un lado para poder mostrar la figura que se escondía detrás de ella, el omega se sorprendió al verlo, el invitado era muy lindo y tierno a vista del omega, estaba muy delgado, notó las cortadas y los muchos golpes que parecían estar sanando, sintió muchas ganas de llorar y de inmediato se acercó para saludarlo.

—¿Él es...? ¡Alfa por Saturno! ¡Tú no me dices nada, qué vergüenza, estuviste hablando todo este rato y no me has podido presentar! —exclamó indignado.

La alfa rió ante la actitud de su omega —Si amor, claro, yo era la que hablaba tanto, ven que te presento. Jimin, él es Jin mi omega. Omega, él es Jimin, nuestro invitado especial.

Un chillido se escuchó cargado emoción, era fuerte y Jimin se asustó un poco. Aún no se acostumbraba a los fuertes sonidos, con Dongwoo todo era silencio.

—Lo siento Jimin, no quise asustarte, es un gusto, soy Jin, eres muy hermoso, presiento que seremos grandes amigos.

—Gracias, eres muy amable —respondió en automático, escondiendo sus manos tras su espalda.

Yongsun ya le había contado la historia a Jin y él entendía perfectamente la situación, este era un reconocido psicólogo y ambos estaban dispuestos a brindar toda la ayuda que Jimin necesitaba.

El omega invitó a Jimin a sentirse cómodo, le mostró la casa y le llevó a la habitación que le habían preparado, especialmente para él.

Jimin no traía nada consigo, él no poseía nada. Como esta situación era conocida por Jin, consiguió ropa, cremas, todo lo necesario para quien él aseguraba sería su mejor amigo, las guardó en el closet y aplaudió emocionado esperando que todo le agradara a Park.

Jimin, sintiéndose muy apenado por todo lo que observaba, era más de lo que un día tuvo, nunca pudo comprar una cama o ropa que a él le gustaría. Estaba a punto de decir algo, pero el omega le hizo saber que todo era suyo y no debía preocuparse por nada. Al igual que su alfa, dijo que todo era un regalo de bienvenida a la vida.

—No estaba seguro de cuál era tu talla, solo espero sea de tu agrado, si no es así, no te preocupes, podemos salir y comprar cosas que te gusten.

—Es perfecto, gracias —Jimin agradeció con los ojos llenos de lágrimas. Se sentía avergonzado, estaba completamente rojo y su vista estaba en el suelo, como si Jin adivinara lo que estaba pensando, llamó su atención poniendo, con mucho cuidado, sus manos sobre sus hombros.

—No te preocupes querido, todo estará bien, no tienes que avergonzarte por nada, sé que no me conoces, pero quiero que sepas que aquí estoy para ti, si necesitas hablar, o necesitas espacio, si deseas salir o lo que tú quieras solo dime, ¿de acuerdo? —sonrió cálido.

Jimin tenía los ojos rojos por retener el llanto y con su voz quebrada, le dio las gracias.

El castaño continuó: —Sé que es difícil todo esto, pero si me permites, me encantaría ser tu amigo, no sé todo lo que hayas pasado, pero si necesitas un hombro con el cual llorar, aquí estoy. ¿Me permites abrazarte? —Jimin asintió y Jin se acercó muy despacio para poder consolarlo.

Desde que su cachorro falleció no hubo contacto, ningún toque o consuelo. Hoseok no podía por más que ambos necesitaran darse soporte.

Jimin solo esperaba que las lágrimas que empapaban sus mejillas pudieran lavar y sanar las heridas que yacían bajo su piel.

Después de tanto se permitió llorar con desahogo, Jin lo sostenía fuerte y firme haciéndole saber que había alguien para apoyarlo.

Jimin sollozó, pues se había atrevido a ir por puertas astilladas dándole paso a sus recuerdos, rasgó lo profundo de su ser intentando obtener algo por el dolor, pero no existía nada, solo eran lágrimas derramadas en silencio por los escombros de un ayer, por las ausencias que un día quedarían en el olvido.

Lloró hasta quedarse dormido.

Jin lo dejó descansar y salió de la habitación buscando a su alfa queriendo reconfortarse, sus emociones eran fuertes y se sentía débil, al verla, Yongsun lo atrajo a su regazo y le brindó el cariño que su omega tanto necesitaba.

—Tiene una gran carga emocional, Sun, yo me comprometo a dar todo de mí y ayudarle, Jimin ha pasado por mucho y ha confiado en ti, solo espero que también confíe en mí —se abrazó a su alfa con un puchero dibujado en sus labios.

—¡Oh mi amor! Eres tan bueno y noble, por eso te amo tanto, ya verás que sí, lograremos sacarlo de ese hueco donde se encuentra, solo necesita tiempo.

Ambos tenían la esperanza de que Jimin, pudiera encontrar la felicidad que le había sido arrebatada.

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